Las ricas tierras de Barbastro han sido motivo de numerosos conflictos en época medieval, pero también han sido el lugar elegido para la celebración de importantes hechos históricos para Aragón.
El nombre de Barbastro deriva de la antigua Barbitania o Regio Barbitania, zona de asentamiento romano. Sobre éste construyó Jalaf Ibn Rasid en el siglo IX su castillo y la zuda amurallada, en el lugar más elevado de la ciudad, hoy barrio del Entremuro.
Tres siglos después, las guerras de reconquista azotaron la ciudad. En 1064 el Papa Alejandro I, convocó a los ejércitos del mediodía francés en la primera cruzada de la historia, conquistando la musulmana Barbastro. Un año más tarde, en 1065, los gobernadores de las taifas próximas prestaron su ayuda para recuperar la ciudad.
No será hasta 1100 cuando Barbastro, tras un largo sitio, caiga ante los soldados cristianos de Pedro I de Aragón. La ciudad, extenuada tras las carencias sufridas durante el sitio, fue testigo poco tiempo después, en 1137, de los esponsales de Doña Petronila, hija de Ramiro II el Monje, y el Conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV, unión que dio lugar al nacimiento de la Corona de Aragón. Otro hecho significativo fue la celebración de las Cortes en la ciudad en 1196, convocadas por Pedro II, de las cuales surgió la concesión de varios privilegios a Barbastro, además de exenciones e inmunidades.
La posesión del territorio de Barbastro motivó numerosas luchas y enfrentamientos en la época, como el asedio a la ciudad, en 1395, por parte del conde de Foix, momento en el que resonó el primer cañonazo de la Península. Su fracaso le obligó a retirarse.
A comienzos del siglo XVI Barbastro, que cuenta con algo más de 2.000 habitantes, es una sociedad fundamentalmente agrícola, pero con un importante carácter comercial. En 1512, la Reina Germana de Foix, segunda esposa de Fernando el Católico, firmó la concesión del privilegio que otorgaba a la ciudad la potestad para celebrar una feria en el entorno del día de la Candelera, el 2 de febrero. Cuatro meses después, nació la Feria de la Candelera que, según rezaba el privilegio, debía celebrarse “...el día de la Purificación de Nuestra Señora del mes de febrero doce días antes y otros doce después dentro del Quartón de Dentro Muro...”, es decir, del actual barrio del Entremuro.
Durante este siglo Barbastro vive una evolución ascendente con la construcción o finalización de numerosos edificios públicos como la Catedral, el Palacio Episcopal, la Casa Consistorial o el hospital de San Julián, y de grandes casas solariegas, ejemplos de la arquitectura civil del renacimiento aragonés, así como la expansión de la ciudad hasta los arrabales.
El siglo XVII supone una época de crisis, en que la población, que había llegado casi a los 5.000 habitantes, experimenta un notable descenso, permaneciendo el conjunto urbano inalterable.
Al iniciarse la guerra de la Independencia, en la ciudad se levantan los Tercios de Barbastro, 30 compañías que acuden a la defensa de Zaragoza. La ciudad es ocupada en 1809 por el ejército francés, siendo duramente tratada durante los tres años que permanece el ejército invasor, hasta su liberación en mayo de 1812.
La convulsa historia española del siglo XIX también tiene su reflejo en la ciudad, con episodios destacados como la dura batalla que enfrentó a los carlistas y a las fuerzas del general Oraa en junio de 1837, con presencia del propio D. Carlos; el establecimiento en la ciudad, en 1843, de la Junta Revolucionaria del Alto Aragón; o la sublevación, en 1869, de los federales de Barbastro contra el gobierno provisional, en un intento de proclamar la República.
A finales de siglo Barbastro, que ya cuenta con alrededor de 8.000 habitantes, es el centro de la comarca, abastecedor de las poblaciones de la misma y de las de la montaña. Su carácter comercial lo demuestra el hecho de que celebraba cuatro importantes ferias, entre las que destacan las de febrero y septiembre, y mercados semanales. Junto a la tradicional agricultura, molinos de harinas y aceite, fábricas de aguardiente, jabón, loza, chocolate, curtidos y varios telares constituyen su principal actividad industrial. Además, la ciudad sufre un gran impulso en 1880 con la inauguración del ferrocarril, que une Barbastro y Selgua, y en 1926 con la finalización del cuartel General Ricardos, donde se instala el Regimiento 10° de Artillería Ligera.
En 1931, la candidatura republicana vence a la de concentración monárquica y se recibe a la República con entusiasmo popular, permaneciendo en zona republicana al estallar la guerra, al mantenerse leal el coronel Villalba, jefe de la guarnición, hasta marzo de 1938 en que es ocupada por las fuerzas de Franco.
Muy afectada por las heridas de la guerra civil, al igual que buena parte del país, Barbastro vive años de estancamiento, con lenta pérdida de su posición comercial. En los años 60, la proximidad de las obras de los riegos del Cinca le permite iniciar una etapa de crecimiento, que le hace pasar de 10.227 habitantes en 1960 a los 14.112 de 1969. Además, son años de crecimiento con la extensión de la ciudad al otro lado del río Vero, surgiendo nuevos barrios residenciales, y el encauzamiento del mismo tras las inundaciones de 1965.